El mismo día que el tenista español Rafael Nadal, cuya limpieza deportiva lleva años cuestionándose en Francia, se clasificaba para la final de Roland Garros, se ponía a la venta un libro donde se recopila la potencia desplegada por los ciclistas ganadores del Tour de Francia desde el año 1983. ‘La preuve par 21’ retrata a los 21 ganadores de la competición más dura del ciclismo mundial y está escrita por todo un experto en la materia, el francés Antoine Vayer, quien fue el entrenador del Festina, los cinco años anteriores al descubrimiento del dopaje masivo que existía en este equipo.
El libro de Vayer deja en muy mal lugar a los dos campeones españoles del Tour, Miguel Indurain y Alberto Contador, pero en igualdads que al resto de ganadores, excepción hecha del estadounidense Greg LeMond, de quien considera que su potencia de pedaleo, y la evolución de ésta a lo largo de varios tours es “humana”. Una potencia superior a 410 vatios es considerada sospechosa por los estudios de Vayer.
A la cabeza de los ganadores con rendimientos más inexplicables, la insinuación del dopaje está siempre presente en el libro, se encuentra el navarro Miguel Indurain, ganador de cinco tours y del premio Príncipe de Asturias, galardón que también obtuvo el confeso de dopaje Lance Armstrong, con una media de 455 vatios desplegada en la edición de 1995 (su última victoria).
De la clasificación de Vayer, solamente Indurain no ha sido penalizado por doping, mientras que Bjarne Riis, quien confesó una vez retirado su adicción a EPO, ocuparía el segundo lugar. En tercer lugar se sitúa Marco Pantani, descalificado en un Giro por sus niveles de hematocrito, en cualquier caso inferiores al brutal 60% de Riis. El cuarto es el alemán Jan Ulrich, quien fuera declarado mejor deportista de Alemania a pesar de que ya había claros indicios de que se dopaba, fue finalmente descubierto como uno de los titulares de la sangre encontrada en la Operación Puerto. Alberto Contador también muestra una mayor potencia de Armstrong, y también ha sido suspendido por dopaje.
El autor del libro recuerda que Indurain tuvo como médico al controvertido Sabino Padilla, que consiguió hacer del corredor de Villaba un escalador más potente que el propio Pantani, cuando la diferencia de peso entre ambos era de 25 kilogramos. Vayer piensa que una vez descubierta la EPO y las transfusiones, que fueron precedidas por los anabolizantes y corticoides, estamos en una nueva era con productos como el Aicar, que activan la proteína AMPK, consiguiendo una mejora de las fibras musculares. El Aicar era presuntamente utilizado por el entrenador Manuel Pascua, según informaciones aparecidas tras la Operación Galgo, en la que fue detenida la atleta Marta Domínguez, actual senadora del Partido Popular. El experto Vayer considera que la detección de sustancias prohibidas es complicada y los controles se pueden esquivar con bastante facilidad, pero el rendimiento y su evolución no miente y muchas veces resultan inexplicables sin la química.
Confiemos en que Rafa Nadal, que ha ganado más torneos seguidos que nunca (con dolores en la rodilla, según su equipo y él mismo) desde su mutante lesión producida justo antes de haberse comprometido a ir de abanderado en los Juegos Olímpicos de Londres, se quite la venda de su pierna izquierda con la que sale a jugar desde entonces. Porque este rendimiento con dolores en la rodilla es humanamente inexplicable, solamente justificable por el milagro. No demos más motivos de chanza a los guiñoles.
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