Si yo fuese el profeta Jeremías, enviado para llamar al arrepentimiento del pueblo español, empezaría mi libro con estas viejas palabras: «Nihil novum sub sole». Porque para un partido que se benefició a caño abierto del estercolero recaudatorio que generó Naseiro, de la mina de oro que fue Gürtel, y del inefable pantano de corrupción gestionado por Bárcenas, es evidente que el escándalo del dinero B no es más que un corolario que todo el mundo formulaba con aterradora normalidad. Artículo completo.
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