Sus hombres de confianza abandonan al presidente Obama para fichar como consultores de lujo o lobistas a sueldo de Apple, Citigroup y otras multinacionales o de negocios innovadores de altos vuelos, como el temido Uber que enfurece a los taxistas. La ‘marca Obama’ ha catapultado a una red de ex asesores a empleos muy poderosos y lucrativos, según revela The Hill. David Plouffe, cerebro de las campañas del presidente, lidera la estrategia de Uber –donde están de accionistas Google y otras grandes compañías-, la aplicación para compartir trayecto que lucha contra los gobiernos locales y las compañías de taxi. “Necesitábamos a alguien que entienda la política y que además tenga la visión para reinventar cómo se debe ejecutar una campaña,” reconoce Travis Kalanick, CEO de Uber. Ex asesores como Robert Gibbs y Ben Labolt fundaron su propia empresa de relaciones públicas, Agencia Incite, que hace hincapié en haber “definido y protegido la marca Obama”. Peter Orszag pasó de dirigir la Oficina de Gerencia y Presupuesto a convertirse en un ejecutivo de alto rango de Citigroup. Jay Carney, que dejó el cargo de secretario de prensa de la Casa Blanca en mayo pasado, está en la carrera por el puesto más alto de comunicaciones en Apple. Esta ‘fuga’ de asesores no es nueva, también se daba en las administraciones anteriores De Clinton y Bush.
Las empresas se pelean por fichar a los ex asesores
Las empresas tienen buenas razones para codiciar a los hombres de confianza de Obama. “Esta es la puerta giratoria, y David está sacando provecho de sus conexiones”, sostiene Craig Holman, encargado de asuntos gubernamentales de Public Citizen. Holman argumenta que Obama merece respeto por haber firmado una orden ejecutiva en su primer día en el cargo que tenía como objetivo frenar la puerta giratoria. Durante dos años los ex asesores no debían comprometerse con intereses ajenos a la Casa Blanca. Los ex funcionarios de Obama no se han negado a aceptar trabajos que los ponen en conflicto con los antiguos aliados de la izquierda. Jim Messina, quien estuvo a cargo de la campaña de reelección de Obama, trabaja como estratega para los conservadores en el Reino Unido.
“Los lobistas somos una de las profesiones peor valoradas en Estados Unidos después de los congresistas”, reconocía a la Celosía Anthony T. Podesta, uno de los mayores lobistas de Washington, citando una encuesta de Gallup. Desde hace décadas la familia Podesta tiene fuertes vinculaciones con la Administración demócrata y, ahora, personalmente con el presidente Obama. Tony Podesta no oculta que ha donado cerca de medio millón de dólares al Partido Demócrata, lo que no es impedimento para que el consejero delegado del grupo sea un ferviente republicano. Su hermano, John D. Podesta, es asesor del presidente Obama desde el pasado cinco de enero.
El presidente que odiaba a los lobistas
La Liga Americana de los grupos de presión que representa a una industria, que mueve anualmente más de 3.000 millones de dólares en Estados Unidos, exigió al presidente Obama, en una dura carta, en la primavera de 2012, a bajar el tono insultante contra la profesión que venía empleando en sus últimas intervenciones públicas. La tensión entre Obama y la patronal lobista se recrudeció en la pasada campaña electoral. “Nos acusa a los grupos de presión de ser la fuente primaria de la disfunción política”, subrayaba Howard Marlowe, presidente de la The American League of Lobbyists (ALL).
Desde La Celosía recomendamos la lectura relacionada de:
Los mejores lobistas para abrirse mercado y triunfar en Estados Unidos
El lobista de Uber, Moxon-Tritsch, seduce a políticos y funcionarios para operar en toda Europa
Tony Podesta, generoso donante de Obama, da lecciones de buen lobista en la Fundación Del Pino
El sector del lobby exige a Obama que deje de atacar a la profesión