Los alimentos funcionales, aquellos que conllevan suplementos que ofrecen beneficios para el organismo es uno de los negocios que crecen a más ritmo, con ingresos anuales cercanos a los 8.000 millones de euros en la Unión Europea. Los aditivos que reinan en estos alimentos son especialmente los ácidos grasos poliinsaturados Omega 3, en especial EPA y DHA. Cada vez encontramos más alimentos con estos ingredientes, a los que se les concede propiedades milagrosas, van bien para todo. La demanda de Omega 3 ha estado creciendo a un ritmo del 30% anual, y es jaleada des múltiples plataformas, como el Instituto Omega 3 y la Fundación Puleva, que han editado un libro blanco.
Sin embargo, un estudio científico del Fred Hutchinson Cancer Center de Seattle, publicado ayer en el Journal of the National Cancer Institute, deja en mal lugar a estos suplementos alimentarios, estableciendo una clara relación entre altos niveles de estos ácidos grasos omega 3, especialmente de EPA, DHA y DPA, los tres relacionados con propiedades antiinflamatorias y por consiguiente anticancerígenos y otras de amplio alcance, con el cáncer de próstata.
El estudio trabajó con muestras sanguíneas tomadas de 834 pacientes a los que se había diagnosticado con cáncer primario comparándolas con las de 1.393 de próstata y las comparó con las de 1.393 personas que estaban ensayando un estudio de prevención de cáncer mediante la ingesta de Selenio y vitamina E (en el que por cierto se vio un incremento del cáncer de próstata en los que tomaron la vitamina).
El equipo del prestigioso centro estadounidense, formado por 12 científicos y doctores, liderado por Alan Kristal, comprobó que en los pacientes con niveles elevados de omega 3 había un 44% de mayor riego en cáncer de próstata de bajo nivel y un 43% de aumento del riesgo de contraer cualquier tipo de cáncer de la glándula.
El estudio confirma uno anterior realizado por el mismo equipo en 2011 y algún otro trabajo llevado a cabo en Europa. “La consistencia de estos hallazgos sugiere que estos ácidos grasos están envueltos en la generación de tumores, y por consiguiente para incrementar la ingesta de alimentos ricos en omega 3, en particular a través de suplementos, debería tenerse en cuenta los riesgos potenciales que acarrean”. Se está pidiendo que a los consumidores se les avise de estos hallazgos científicos y valore los riesgos.
El jefe del equipo científico, Alan Kristal, ha declarado que “hemos demostrado de nuevo que el uso de suplementos nutricionales puede ser dañino”. En otro estudio publicado en diciembre también en el JAMA, se cuestionaba también el beneficio cardiovascular que se atribuye al suplemento de Omega 3, en donde sumando mucha información no se apreciaba ninguna incidencia positiva en la reducción de infartos e ictus. Hay que tener en cuenta no obstante que los hallazgos se limitan a la relación directa entre altos niveles en sangre de estos ácidos grasos omega 3 y la incidencia de cáncer, pero no se ha estudiado cómo actúan en el metabolismo celular.
El próximo Congreso Mundial de Nutrición que se celebrará en Granada (cuna de la utilización del omega 3 en la leche en España) se presenta como la plataforma que aprovechará la industria alimentaria para contrarrestar estos estudios. Cada vez hay más gente que al no mantener una dieta equilibrada, compensa su alimentación con suplementos pretendidamente saludables.
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