El crowdfunding tiene su razón de ser en proyectos humanitarios como el que dirige Elena García Armada, ingeniera del CSIC. Es la inventora de un prototipo de exoesqueleto pediátrico que facilita la movilidad a niños tetrapléjicos o con graves lesiones medulares. Tras dos años de búsqueda reconoce que la financiación privada no acaba de llegar. En España se estima que cerca de 120.000 niños están afectados por esta y otras patologías asociadas. La pérdida de masa muscular les imposibilita el movimiento que les proporcionaría este traje artificial. “Somos conscientes de que es un proyecto difícil de encajar en los modelos de crowdfunding, pero por ahora es nuestra única alternativa. El capital riesgo a varios de cuyos responsables contactamos no se muestra receptivo. De entrada en sus inversiones prima la rentabilidad. Sin embargo, no descansaremos hasta encontrar los inversores adecuados”, declara García Armada a La Celosía.
La compañía Marsi Bionics, una spin off del CSIC y la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), es la punta de lanza de este innovador proyecto humanitario que amplifica la fuerza muscular para facilitar la movilidad. Lleva invertidos más de 170.000 euros (incluido el pago de las nóminas del equipo) en el desarrollo piloto de un exoesqueleto biónico pediátrico que permite andar a niños sin movilidad en las piernas. El proyecto una vez testado y pasados los controles oportunos será validado por la Agencia Española del Medicamento. Pero hace falta un millón de euros para ponerlo en el mercado y ese es el gran desafío al que se enfrenta. “Sobrevivimos en el corto plazo pero sin el crowdfunding no tenemos futuro”, reconoce esta ingeniera. Ante la falta de apoyo del sector privado ha decidido recurrir a la ayuda de familias afectadas o sensibilizadas con la atrofia muscular espinal, una enfermedad rara, pero la primera causa de mortalidad infantil en los países desarrollados.
Hacen falta mecanismos de financiación
que activen proyectos tecnológicos
de alto riesgo y gran impacto
García Armada lanza un mensaje a los posibles inversores. “En España hacen falta mecanismos de financiación, que en otros países europeos funcionan con éxito, que activen proyectos tecnológicos de alto riesgo y gran impacto”. Muy volcada en la robótica industrial, esta investigadora dio un giro radical a su actividad cuando conoció a una familia con una niña tetrapléjica. “El exoesqueleto pediátrico es un robot, pero parece una especie de pantalón-peto mecánico que cubre hasta el torso. Pesa nueve kilos y tiene unos motores a la altura de las articulaciones que hacen que se muevan las piernas del usuario. Cuando alguien se pone estos ‘pantalones mecánicos’, hay una integración entre la persona y el robot. La persona decide qué quiere hacer (caminar, sentarse, levantarse) y el exoesqueleto lo interpreta y la hace moverse. Con él, personas sin movilidad en sus piernas a causa de un accidente o una enfermedad pueden caminar”, explica García Armada en la publicación del CSIC que detalla la evolución del proyecto.
Esta ingeniera subraya la importancia de su uso. “Retrasa la aparición de complicaciones asociadas a la falta de movilidad, como la escoliosis, esa curvatura de la espalda que, cuando es muy acusada, genera una pérdida de la capacidad torácica y pulmonar y problemas respiratorios”. Con un precio en el mercado de unos 50.000 euros, desde Marsi Bionics, creen que debería ser financiado por la Seguridad Social; entre tanto buscan llegar a acuerdos con compañías de salud privadas. “Si no es posible una cobertura total, al menos que las familias solo paguen una pequeña parte por el uso”, subraya García Armada.