A los dos meses de haber sido destituido como presidente de honor de Indra por la compra de un avión a espaldas del consejo de administración, Javier Monzón ha constituido junto a su mujer, la editora Eva Serrano, Wabisabi Inversión y Servicios SL. El objeto social de la nueva sociedad, según consta en el registro mercantil, es la prestación de servicios de asesoramiento y consultoría, especialmente en el campo de la tecnología y la ingeniería. También contempla la adquisición de inmuebles. La nueva empresa, que cuenta con un capital de 30.000 euros, comparte la sede en la colonia de El Viso de Madrid con la editorial Círculo de Tiza, fundada por Eva Serrano.
Hasta su relevo por Fernando Abril-Martorell, Javier Monzón fue el único presidente que ha tenido Indra desde su creación en 1992. Ocupó el cargo durante 22 años refrendado por los Gobiernos de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. En noviembre de 2014, La Celosía adelantaba los problemas que se le venían encima a Monzón. Entonces ya se apuntaba como el Gobierno desde la posición de poder que le concede la participación estatal del 20% en el capital, desea verle fuera de la compañía. A las sospechas de corrupción en operaciones realizadas por la compañía y los malos resultados que provocaron el hundimiento de la cotización, se sumó un requerimiento exhaustivo de información aclaratoria por parte de la CNMV sobre las cuentas del ejercicio de 2013, del que Monzón no salía muy bien parado. Su relevo en la presidencia de Indra se produjo en enero de 2015 y se mantuvo como presidente de honor hasta su destitución, tras el escándalo del avión, en noviembre de ese mismo año.
La aventura empresarial brasileña obligó
a provisionar cerca de 1.000 millones de euros
Entre las operaciones fraudulentas, La Celosía subrayó el coste que supuso la compra de Politec, el negocio brasileño, sometido a escrutinio por la CNMV. Lla empresa contestó a las preguntas con una larguísima explicación, pero con algunos datos interesantes, poco favorables para Indra como por ejemplo que el vendedor ofreciera como garantía para cubrir posibles “pasivos contingentes garantizados” unos inmuebles que valen un 35% menos que cuando se formalizó el contrato de compra sin haberlos tasado (a ojo). A pesar de que el negocio de Brasil estaba siendo una ruina, según se desprende de las contestaciones al regulador, Indra insistía en que no había necesidad de provisionar nada. Al final la aventura empresarial brasileña obligó a la compañía a provisionar cerca de los 1.000 millones de euros.
La Celosía también desveló otras operaciones obscuras de Indra, como fue la compra de Gnubila, empresa del hijo de Felipe González y en la que había entrado en el capital Joaquín Moya, ex consejero de Indra a la que tiene alquilado un inmueble. La empresa presidida entonces por Monzón reconocía que a pesar de que la sociedad adquirida era propiedad de Oyauri, en la que Indra participaba en el capital, no informó de las relaciones vinculadas.
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