Ayer, el mismo día que el Parlament de Catalunya con 72 votos a favor y 63 en contra, aprobó el políticamente surrealista e insurreccional inicio del proceso de “desconexión” de Cataluña del Estado de derecho español, Kosovo, reconocido como Estado soberano por 111 de los 193 miembros de Naciones Unidas, entre ellos Estados Unidos, perdía una votación para poder ingresar en la Unesco, la institución de la ONU creada con el objetivo de contribuir a la paz y seguridad en el mundo mediante el desarrollo de la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones, en definitiva una institución que se puede considerar más neutral políticamente.
De los 142 Estados que han votado la petición de Albania, 92 lo han hecho a favor y 50 en contra (29 abstenciones) de la incorporación de la antigua provincia autónoma de Serbia, de mayoría albanesa, y cuyo parlamento decidió la independencia unilateral en febrero de 2008, una mayoría de votos sin embargo insuficiente ya que los estatutos de Unesco requieren que las demandas de adhesión obtengan una mayoría cualificada de dos tercios, necesitaba 95 a favor. Rusia y España, ambos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y dos de los países que no han reconocido a Kosovo como Estado, habían intentado infructuosamente que la Asamblea de Unesco ni siquiera se pronunciara sobre la frustrada incorporación. La entrada de Kosovo en la Unesco hubiera sido una ignominia para la institución, teniendo en cuenta la destrucción del rico patrimonio cristiano ortodoxo que ha llevado a cabo un gobierno mafioso, que lleva a cabo una islamización rigorista compulsiva del territorio, con apoyo de los países del Golfo.
La Generalitat ha puesto a las negociaciones de Bruselas con Kosovo como ejemplo de flexibilidad de la Unión Europea
Se da la circunstancia que en algunos documentos de la Generalitat, entre otros el denominado ‘Las vías de integración de Catalunya en la Unión Europea‘, se cite al controvertido Estado, considerado como cuna del pueblo serbio, como un ejemplo de reconocimiento implícito de nuevo Estado.”La UE y Kosovo iniciaron el 28 de octubre de 2013 las negociaciones para la conclusión del acuerdo de Asociación y de Estabilización con Kosovo, como paso previo al de país candidato a la adhesión. La fórmula se pactó en el Consejo de junio de 2013 para permitir que España, Grecia, Eslovaquia, Rumanía y Chipre, que no han reconocido la independencia de Kosovo, no se opongan a que la Comisión inicie las negociaciones para concluir la acuerdo de Asociación entre la UE y Kosovo como acuerdo exclusivamente europeo” dice el citado documento como ejemplo del pragmatismo de la UE ante situaciones complejas. En el caso de Kosovo hubo consenso del Consejo para que no se firmase un acuerdo con Kosovo de forma mixta UE y Estados miembros, que es la norma, sino que lo firmase únicamente la UE con el fin de evitar el veto de los países miembros que no han reconocido a Kosovo.
Los entusiastas del denominado Procés consideran que “la flexibilidad y el pragmatismo de la Unión podrían ser mayores en el caso de Catalunya, ya que, dada su pertenencia previa a la UE y la falta de regulación expresa, las normas jurídicas aplicables dejan un margen de libertad aún superior al de otros casos”, según se señala en el citado documento.
El hecho de que ocho años después de conseguir una independencia, aunque sea de carácter limitado en el derecho internacional, Kosovo no haya podido siquiera ingresar en un organismo muy abierto como es la Unesco, deja claro que una insurrección del orden de proclamar unilateralmente un Estado independiente e instar al gobierno autónomo a cumplir solo los acuerdos emanados del legislativo catalán, como la pretendida por los partidos independentistas es simplemente un delirio. Solamente un proceso de independencia pactado y ajustado a las leyes sería tolerado por los organismos internacionales.