El mercado de compraventa de jugadores de fútbol ha alcanzado esta semana un nuevo récord, el del jugador del Oporto y defensa de la selección nacional francesa, Eliaquim Mangala, vendido sin que nadie lo sepa con seguridad por 53 millones de euros al Manchester City. Una cantidad récord pagada por un defensa. El equipo inglés, un histórico oscurecido por su vecino, fundado hace 134 años, se convirtió en una escuadra potente a raíz de que lo comprase hace siete años, el ex primer ministro de Tailandia, Thaksin Shinawatra, por 121 millones de euros, quien aparentemente hizo un gran negocio tras venderlo un año después por 250 millones a un grupo inversor de Emiratos Árabes, el Abu Dhabi United Group for Development and Investment. A pesar de que la UEFA tiene al club sometido a control en aplicación del Fair Play Financiero, norma por la cual un club no puede gastar más de lo que gana, no se conoce al detalle cómo y porqué ha pagado esa cantidad récord por un defensa.
La venta de Mangala al Manchester City, último episodio
La razón es que el Oporto tenía el 56,7% de los derechos de Mangala, al que contrató hace tres años por 7 millones. El Oporto ha declarado que ha recibido 30,5 millones de euros por el traspaso, y el resto se desconoce a quien ha ido a parar, aunque se ha publicado que son dos fondos de inversión conocidos en el sector, Doyen Sports, que opera mucho en España, especialmente con el Sevilla, pero que trabaja con fondos de inversión de los que se desconoce quienes son los titulares, y Robi Plus, una compañía controlada por un agente suizo, Maurizio Delmenico, que utiliza estructuras societarias que velan la propiedad real.
Tal como ha demostrado el caso Neymar o el pago de 100 millones de euros por parte del capo de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, para no ser juzgado por soborno, los deportes de alta competición están repletos de criminalidad y se han convertido en instrumentos de blanqueo de capitales y evasión fiscal. Los jugadores de fútbol llegan a ser una commodity cuyo futuro no controlan. El presidente de la UEFA, Michel Platini, se muestra totalmente contrario a que los derechos de traspaso dejen de ser en exclusiva de los clubes. En España, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, es un ferviente lobista de “la propiedad de terceros”.
El GAFI ya advirtió de la criminalidad en el fútbol y su utilización para blanquear capitales
El Grupo de Acción Financiera contra el Blanqueo de Capitales (GAFI), organismo internacional del que forma parte España, ya advirtió hace cinco años en un informe sobre la criminalidad en el mundo del fútbol del peligro de lavado de dinero de estos fondos, y exponía el peligro de que actuasen de la siguiente forma:
Un club compra un jugador por 10 millones, pero en los documentos oficiales afirma que ha pagado 5 millones. Todo el dinero se lo dan los inversores particulares, que aportan al club 5 millones en negro. Al cabo de un tiempo, el club vende el jugador por 15 millones, con lo que todos ganan. Los inversores lavan dinero y obtienen rentabilidad, el club puede fichar y también gana, y por último, el agente se lleva una doble comisión por el doble traspaso.
El GAFI también alertaba de que las estucturas de propiedad utilizadas por estos fondos suelen terminar en paraísos fiscales, y debido a las limitaciones jurisdiccionales de las federaciones les resulta imposible desmadejar los contratos y conseguir la transparencia que un deporte profesional requiere. El mismo informe pone también ejemplos de cómo agentes de futbolistas incumplen las normas y blanquean capitales.
Resulta preocupante que el fútbol esté penetrado por mafias, más aún cuando las apuestas deportivas están adquiriendo gran relieve. En la web ya hay sociedades de capital riesgo que se anuncian para captar inversores que quieran ganar dinero con la contratación de derechos, como una portuguesa, Venturefc. El Consejo Superior de Deportes debería intervenir para que los clubes de fútbol profesional den cuenta con total transparencia de quien es el propietario de todos los derechos de traspaso de los jugadores en plantilla.
La entrada de inversión privada en los derechos de futbolistas puede ser buena para que los clubes en España , en situación económica crítica en muchos de ellos, rebajen los costes de jugadores, que son los más altos, y también para que los futbolistas puedan beneficiarse de las inversiones de terceros, especialmente para los jóvenes de países de bajo desarrollo económico, pero la transparencia debe ser un requisito ineludible.
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