La socióloga británica Catherine Hakim cuenta con una biografía profesional relevante, habiendo formado parte de los equipos de investigación de la London School of Economics y el Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín, con publicaciones (también en español) de numerosos trabajos científicos, siendo una experta en los fenómenos laborales que atañen a las mujeres y otros de carácter social del mundo femenino. Sus planteamientos siempre generan controversia por su irreductible libertad de pensamiento, como fue el caso de la teoría que desarrolló sobre el ‘capital erótico’ y la influencia que tiene en el desarrollo de las carreras profesionales, la vida pública en general y las relaciones privadas.
Hakim es ahora noticia por haber publicado en el think tank liberal británico ‘Institute for Economic Affairs’ un artículo académico (paper) sobre su visión de la sexualidad y el negocio del sexo en el siglo XXI, al que ha titulado ‘Supply and Desire’, en el que aborda aspectos problemáticos del encaje entre el deseo y la oferta sexual desde una óptica muy alejada de la corriente dominante del feminismo.
Hakim sostiene, con argumentos biológicos y estadística contundente, que hay una clara diferencia de la líbido entre géneros, a la que denomina ‘the male sex deficit’. Dice la autora que “el deseo sexual masculino duplica el femenino y esta diferencia se amplía mucho a lo largo del tiempo” y rechaza los argumentos feministas que descalifican esta tesis como un mito patriarcal superado.
En opinión de la socióloga este déficit sexual de los hombres explica algunos enigmas, incluyendo la realidad de que los principales clientes del negocio del sexo son hombres y que la prostitución, femenina y masculina, se dirige abrumadoramente a los hombres. Siguiendo con el razonamiento, Hakim considera que el hecho de que la demanda sexual de los varones supera invariablemente la de las mujeres, resulta inevitable que florezca la industria sexual en pleno siglo XXI, más aún con las facilidades que generan para el ejercicio de la prostitución factores como la globalización y el potencial de contacto que ofrece internet.
La prostitución callejera se presenta como paradigma del abuso y la explotación cuando solo representa el 10% de la industria del sexo
El artículo subraya que en contra de lo que se afirma corrientemente de que la industria del sexo daña a la mujer y que el porno, la prostitución y otras variantes como la de strippers, promueven la violencia contra la mujer y aumentan las violaciones, hay bastante evidencia de que no hay ningún nexo sicológico ni efecto social que sostenga esta tesis, es más algunos estudios muestran que el entre tenimiento erótico y la prostitución permiten reducir los delitos sexuales. En el estudio se ofrecen datos del sesgo en la criminalización de la actividad por identificar casi siempre la industria del sexo con la prostitución callejera, cuando ésta sólo supone el 10% del total.
La autora ofrece las características reales de la industria del sexo moderna, en la era internet: la mayoría de quienes entran en el negocio lo hacen por un periodo muy corto de tiempo y las que son consideradas como permanentes no lo están por más de 5 años. La mayoría combinan la prostitución con otros trabajos o estudios universitarios o másteres.
La mayoría de las mujeres que eligen entrar en la prostitución como una salida laboral lucrativa lo hacen por razones varias. En muchos casos son licenciadas recién terminada la carrera que buscarán una carrera profesional en su momento o profesionales que combinan su actividad. Como ejemplo pone a la doctora Brooke Magnanti, más conocida por ser autora del blog Belle de Jour, quien trabajó durante un corto periodo de tiempo como escort en Londres. Un estudio reciente realizado en Reino Unido sobre quienes trabajan de escorts subraya que algo más de la mitad de las mujeres eran universitarias, y casi una quinta parte tenían un postgrado.
Hakim trae a colación para explicar este fenómeno de acompañamiento con derecho a sexo, un trabajo de los economistas Levitt y Dubner, autores de Freakonomics, quienes reconocen que lo extraño no es por qué mujeres atractivas e inteligentes se convierten en prostitutas, sino por qué no hay más mujeres tentadas de entrar en este muy lucrativo trabajo. Obviamente la justificación es ideológica, con el argumento de que la prostitución y otras actividades sexuales constituyen una forma de explotación de la mujer y son moralmente malas.
“Los países que criminalizan a los clientes, como ocurre en Suecia (país con más violaciones de Europa), simplemente llevan la demanda a otros países. Las políticas que criminalizan a los tratantes o a terceras personas que ofrecen a aquellos servicios (alojamiento y otros), sencillamente están empujando a la industria del sexo a la economía sumergida, incrementando el riesgo para las personas que se dedican a la prostitución” dice la autora. Por estas razones y el denominado déficit sexual masculino, Hakim se declara completamente partidaria de despenalizar absolutamente el negocio del sexo.
La autora ataca la aceptación por el Parlamento Europeo de las campañas abolicionistas de la industria del sexo, que llevan a cabo el lobby de Mujeres Europeas, y la resolución votada en febrero del año pasado en la que el Parlamento sostiene que la prostitución “viola la dignidad humana y los derechos humanos tanto si es forzada como voluntaria” y recomendaba la política sueca de criminalizar a los clientes con la esperanza de eliminar la demanda. “Un deseo que se opone a la evidencia e ignora completamente los intereses y peticiones de las prostitutas”, dice la socióloga.