Hay cámaras de Argentina que aseguran haber logrado imponer cupos a la competencia. Son horas de extrema sensibilidad las que se viven dentro del propio Gobierno en torno a dos temas tan cruciales como la política industrial y la administración de las importaciones. Aún estando frescos los crudos datos de la pobreza en la Argentina y mientras continúa la pelea por la recomposición salarial, el macrismo debió digerir otro mal trago.
Según el último dato de actividad industrial difundido por el INDEC, en septiembre se produjo una fuerte caída interanual del 7,3%, el segundo peor registro del año. En este contexto, bastó que desde Nueva York el ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, hablara en tono críptico y con pocas precisiones sobre una posible baja de aranceles para la entrada de celulares y televisores para que estalle una crisis.
Pero, como parte de la reconversión industrial, les garantizó a las empresas radicadas en el sur del país que podían enfocarse en la producción de otros tres artículos: celulares, televisores y equipos de aire acondicionado. Por eso, este mensaje que supuestamente había enviado Aguad desde Estados Unidos provocó un temblor en los despachos de las principales empresas de tecnología de la Argentina.
Horas después llegó la rectificación del ministro: no está en estudio del macrismo la posibilidad de abrir indiscriminadamente las importaciones de televisores y celulares. Pese al clima de calma que quiso transmitir el funcionario, lo cierto es que quedó flotando en el ambiente un clima “espeso” y de gran incertidumbre.