El sistema financiero español no solamente ha recibido un duro varapalo por sus operaciones hipotecarias, denunciadas por el Tribunal Europeo de Justicia, sino que también ahora el Fondo Monetario Internacional ha dejado al descubierto en un profundo análisis de la banca europea, la penalización exagerada que reciben las pymes y ciudadanos españoles por la grave crisis del sistema financiero al que el Gobierno de Mariano Rajoy ha inyectado más de 40.000 millones de euros.
Las pymes españolas son a las que se les deniega más el crédito, más de un 20% no consiguen lo demandado, muy por encima de las italianas (5 puntos), de las francesas (10 puntos) y por supuesto, de las alemanas (16 puntos). Además de serles denegado el crédito más que en otros países, son las que sufren los tipos de interés más caros, superiores al 5%, mientras que en Italia no pasan del 4%, del 3% en Alemania, y poco más en Francia (3,2%).
Destaca el informe la contracción del crédito que han sufrido las empresas y los ciudadanos españoles, del 6% en dos años, que duplica la de Italia, mientras que en Francia y Alemania ha crecido, y en Reino Unido ha caído menos de medio punto.
El punto más débil de la banca española en estos momentos, según se desprende del estudio, la calidad de los créditos concedidos, que empeora día a día a consecuencia de la hasta ahora imparable recesión. La morosidad es ya superior a los dos dígitos y se ha multiplicado casi por tres en los cuatro últimos años. En esta ratio también superamos con holgura a nuestros pares, que sufren bastante menos mora. Una de las pocas variables que ha conseguido estabilizar la banca española es la de los depósitos, pero está por ver cómo reaccionan los ahorradores con motivo del recorte a los depositantes chipriotas.
El Fondo considera que en términos generales el sistema bancario europeo ha mejorado, pero todavía insuficientemente, aunque en esta ocasión no reclama como otras veces una capitalización masiva, entre otras cosas porque los bancos europeos han fortalecido sustancialmente los recursos propios. No obstante, la institución que dirige Christine Lagarde, insiste en que los bancos necesitan disponer de sólidos colchones de capital, y les reclama más transparencia en las provisiones para eliminar suspicacias. En este sentido, el Fondo se muestra a favor de que los bancos centrales revisen la calidad de los activos de manera coordinada a nivel europeo. Lagarde recuerda que hasta ahora solamente la banca española ha sido sometida a un examen completo de la calidad de sus activos (otra cosa es el resultado).
El riesgo de inestabilidad financiera sigue siendo alto en opinión de los analistas del Fondo, sobre todo por la situación económica recesiva y la austeridad presupuestaria. El estudio insiste en la necesidad de acelerar la Unión Bancaria y permitir que el Mecanismo de Estabilidad Europea pueda capitalizar directamente a la banca con el fin de romper la perversa relación directa entre deuda soberana, déficit y salud de la banca. Todo ello antes de que se adopte la supervisión bancaria única y el fondo de garantía de depósitos común para todos.
Sin citar a España, pero en clara referencia a esta, el Fondo afirma que “en algunos países, el alto grado de concentración en el sector bancario crea “demasiados grandes para quebrar”, un problema que podría aumentar la vulnerabilidad de estos países”.
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