Ferrovial, presidida por Rafael del Pino, ha dado una lección corporativa sobre cómo hacer lobby ante la Administración en un negocio de precios regulados. La vaca lechera de alto rendimiento a proteger es el aeropuerto londinense de Heathrow. Del Pino acaba de añadir a su grupo de presión en favor de altas tasas para el aeropuerto al fondo de pensiones de las Universidades Británicas, que se suma a los fondos soberanos de China, Singapur y Catar.
Este activo comprado por Ferrovial en 2006 junto a otros aeropuertos británicos, varios de ellos vendidos por exigirlo Competencia, tenía que negociar las nuevas tarifas reguladas por la Civil Aviation Authority (CAA) este año, en medio de fuertes presiones de las aerolíneas para que se rebajaran las tasas, en especial de IAG, la matriz de British Airways e Iberia.
Primero suma socios con contactos en la City
Para negociar con poder frente a la CAA y aprovechando que la empresa de Del Pino estaba obligada a rebajar deuda, inició una desinversión paultatina. Primero vendió un 5,88% a Alinda, lo que permitió a Ferrovial bajar del 50% y consolidar el activo por puesta en equivalencia, eliminando 12.000 millones de deuda. Alinda es propiedad de siete financieros con contactos de muy alto nivel en la City.
Luego se alía con fondos soberanos de China y Catar
Es no obstante el año pasado es cuando empieza el lobby auténtico. Primero abre las puertas del capital de Heathrow a Qatar Holding, propiedad del Estado árabe del mismo nombre, un inversor institucional, de los que tanto aprecia el Gobierno de David Cameron. Si la artillería era ya muy pesada, la venta de otro paquete en octubre del año pasado a fondos soberanos de China y Singapur, permite a Ferrovial pedir unas tarifas para Heathrow que remuneren adecuadamente al capital, formado por inversores pata negra, Cataríes y Chinos.
De esta forma consiguió que la CAA propusiera a comienzos de este mes una subida de las tasas en los próximos cinco años alineadas con la inflación, y no con una rebaja del 1,3% como había planteado en primavera, o del 9,8% anual que reclamaban las aerolíneas. Sin embargo, Ferrovial y sus socios quieren más, en concreto reclamaron unas tasas de aterrizaje de 4,6% por encima de la inflación y amenazan con rebajar la inversión comprometida, de 3.000 millones de libras a 2.000 millones. La empresa todavía puede apelar la decisión de la CAA.
Su última baza es el fondo de pensiones de las Universidades de Reino Unido
Mientras se defiende de las acusaciones de Willie Walsh, consejero delegado de IAG, de que “tima a los pasajeros” por la mala relación de calidad-precio del servicio, Ferrovial ha integrado a otro socio de postín y con enorme capacidad de presión. Ayer anunciaba la venta de un 8,65% del capital de Heathrow al fondo de pensiones Universities Superannuation Scheme, por 392 millones de libras. El USS gestiona los planes de pensiones de las universidades e instituciones educativas británicas de grado, con 40.000 millones de libras en gestión, siendo uno de los mayores del Reino Unido.
Walsh ha denunciado que no se puede encarecer las tarifas a las aerolíneas para “engordar los dividendos” de Ferrovial y sus socios, y ha insinuado que podría dar más peso a Barajas en detrimento de Heathrow, aeropuerto que tiene pendiente también que se decida sobre su ampliación.
La filial aeroportuaria de Ferrovial presentó el lunes unos resultados muy buenos en los nueve primeros meses, con un incremento de ingresos del 10,7%. El director financiero, el español José Leo afirmó no obstante que no mantendrían el alto nivel de inversiones, cifrado por él en 4 millones de libras diariamente, si no se les permite a los inversores conseguir rentabilidades “acordes al coste del capital” y añadió que “no tratamos de engañar a nadie, lo que necesitamos es asegurarnos de que el plan de inversiones se desarrolla sin sorpresas de cambios en la retornos permitidos”.
La entrada del fondo de pensiones británico es muy relevante ya que en Reino Unido hay un déficit muy notable de cobertura de pensiones en las empresas, y recientemente el príncipe Carlos ha denunciado la incapacidad del sector para cumplir con las rentabilidades prometidas.
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