El gobernador del Banco de España, Luis Linde, generó un gran revuelo mediático a raíz del discurso que llevó a cabo en su comparecencia en el Congreso, en la comisión que trabaja sobre la reforma de las pensiones. Un discurso en el que con un lenguaje no categórico ni imperativo sí invitaba a decidir sobre la aprobación de “retrasos adicionales de la edad de jubilación, opción que podría estar justificada por el incremento de la esperanza de vida, el retraso en la entrada en el mundo laboral, las menores necesidades físicas requeridas por la mayoría de los trabajos en la actualidad y la mejora de las condiciones físicas en edades más avanzadas”. En definitiva, ir más allá de la edad legal actual, ya ampliada a los 67 años.
Linde apuntaba algo obvio, para lo que no hay que ser un lince, que “cualquier medida encaminada a desincentivar la jubilación anticipada y permitir la ampliación de la vida laboral por encima de los 67 años tendría efectos positivos sobre la sostenibilidad financiera del sistema”. Una de la razones de la crítica social a este discurso del Gobernador es que llueve sobre mojado, ya que es una tradición de los titulares del cargo, actualmente Linde, de dar lecciones sobre cómo hay que hacer las cosas cuando en su casa se hacen muy mal, habiendo costado una fortuna al contribuyente la mala práctica, por ejemplo en la supervisión.
En el caso de extender la edad de jubilación no es de recibo que se plantee desde el Banco de España, por Linde, y anteriormente en un trabajo publicado por la entidad en enero ‘El sistema público de pensiones en España: situación actual, retos y alternativas de reforma’, que firmaban el director del área de Estudios, Pablo Hernández de Cos, y sus colegas, Juan Francisco Jimeno y Roberto Ramos, estas ampliaciones de la edad del retiro laboral, cuando la edad efectiva de jubilación de los empleados del Banco de España es de 60,5 años, bastante antes que la del resto de sus conciudadanos, que es de 64 años, por no hablar de las condiciones en las que se retiran aquellos y estos.
Según ha informado el Banco de España a La Celosía, “desde 2010 hasta 2016 se han jubilado 734 empleados, y la edad media de jubilación de estos empleados ha sido de 60,5 años, incluyendo los empleados que abandonaron el Banco como consecuencia del cierre de sucursales a partir de 2011”. Al respecto hay que señalar que, una vez tomada la tardía decisión de cerrar siete sucursales del Banco de España en provincias, se ofreció a los trabajadores afectados jubilarse a los 55 años, aceptando unas condiciones que para sí quisieran el resto de españoles un total de 28 trabajadores de la entidad, la mitad del grueso de la plantilla que se vio afectada.
Los empleados del Banco de España que se han jubilado en los años de crisis lo hicieron en unas condiciones bárbaras, debido al chollo de la Mutualidad de Empleados del Banco de España, disfrutando de un sistema alternativo de previsión social con prestaciones complementarias y no concurrentes con las de la Seguridad Social. Esta Mutualidad, que se vio obligada a cerrar nuevas incorporaciones en 1986, aunque se mantuvo viva gracias a la tolerancia del ministro Miguel Boyer, permitía a sus miembros jubilarse tras 40 años en la entidad.
El Banco de España considera que cuando estos mutualistas vayan jubilándose la edad efectiva se irá igualando con la del resto de trabajadores para ir acercándose a los 64 años citados. Tendrán que pasar por consiguiente unos cuantos años para que desde la institución puedan realizar planteamientos más legítimos de aumentar la edad de jubilación. Los españoles saben que trabajar en el Banco de España es un bicoca y por eso aguantan mal que desde esa casa se den lecciones salariales, de productividad y de pensiones.