La asociación europea del sector de energía eólica, WindEurope, que agrupa a productores y fabricantes, acaba de publicar el balance del año pasado, en el que destaca el alarmante estancamiento de este tipo de energía en España, con uno de los menores crecimientos de nueva capacidad de Europa, con un incremento de solamente 49 megavatios, cien veces menos que Alemania, que con 5.443 lideró el sector, y un paupérrimo 0,4% del total instalado en 2016.
El desastre español del año pasado no tiene parangón entre los países que han sufrido reducciones de prima con carácter retroactivo, como Grecia (239 instalados), Italia (282) y Rumanía (52), con la excepción de la República Checa, que no levantó ninguna torre nueva. Los dos líderes del sector eólico español en fabricación y mantenimiento, Acciona y Gamesa, han caído en manos alemanas, Nordex y Siemens, respectivamente.
Sorprende el estancamiento de la eólica en España cuando es la segunda tecnología en el sistema eléctrico, con una cobertura de la demanda del 19,3%, según datos de la asociación empresarial eólica española (AEE), una ratio de cobertura que sólo la superan Dinamarca (36,8%), país que cuenta con líderes mundiales como Vestas, Irlanda (27%), Portugal (24,7%) y Chipre (19,7%).
Un dato que extraña mucho de los desglosados por la patronal europea es que España sea el colista en cuanto a potencia media por molino instalado, con turbinas de 1,9 megavatios, cuando el líder,Suecia, tiene el 3,3%. Aunque España apenas tiene capacidad de generación eólica marina por exceso de profundidad y otras características, parece obvio que los parques de tierra, con una antigüedad mayor que en otros países europeos, tienen un amplio margen para aumentar de potencia. En esta área, Administración y empresas tienen mucho que dialogar sobre alturas de los molinos en zonas, renovación en zonas ventosas que tienen molinos con turbinas antiguas, duración de las concesiones, etcétera.
España, pionera en eólica, ocupa todavía el segundo lugar, tras Alemania, en la clasificación de potencia instalada, pero resulta evidente que es engañoso y que la modificación de las primas con carácter retroactivo ha originado una desconfianza muy seria de los inversores, que mantienen vivos más de 20 pleitos en instancias internacionales. La inseguridad jurídica parece claro que sigue lastrando el desarrollo del sector.
La energía eólica copa la inversión
La eólica sigue siendo una energía de gran futuro en Europa, marina y terrestre. El año pasado tuvo una cuota del 51% sobre la nueva capacidad instalada, frente al 27% de la solar fotovoltaica, que ha rebajado exponencialmente sus costes, y el 13% de las centrales de gas. Para hacerse una idea del grado de desarrollo de la energía cosechada con el viento, basta decir que hace 10 años conseguía superar la capacidad de generación de las centrales de fuel, en 2013 sobrepasó a las nucleares, en 2015 a las hidroeléctricas y el año pasado a las de carbón, y está recortando la distancia con las de gas. En los últimos 15 años ha superado en más de un 50% la capacidad neta instalada de centrales de gas.
Aunque el año pasado, se instaló un 3% menos de potencia eólica que un año antes, el desarrollo de nuevos parques eólicos marinos, la voluntad de Alemania de sustituir todo su parque nuclear y los objetivos de energías renovables pactados en la Unión Europea asegura un desarrollo enorme de este tipo de energía. El año pasado, el 86% de la nueva capacidad de generación instalada en la UE correspondió a energías renovables, y el viento ya cubre el 10,4% de la demanda eléctrica europea, con la posibilidad de incrementar sustancialmente esta cuota no sólo por la generación sino por la ganancia en conexión de redes y constitución de un verdadero mercado único energético. Dinero para inversiones sobra, como muestra que en 2016 la energía eólica captó casi 28.000 millones de inversión, el 86% del destinado a energía limpia, 19 puntos más que el año anterior.