En mayo pasado, Angelina Jolie reveló que había optado por hacerse una doble mastectomía tras dar positivo por una probable mutación BRCA1 letal. Anne Wojcicki, co-fundadora y CEO de 23andMe (en la imagen) recibió esa misma mañana centenares de mail y de llamadas telefónicas. ¿Qué pruebas hay para eso?, era la angustiosa pregunta que le dirigían. Anne Wojcicki recién separada de Sergey Brin, cofundador de Google, fundó la startup biotecnológica en 2006 con dos socios más. En estos siete años ha recaudado más de 126 millones de dólares. Entre los inversores se encuentra el propio Sergey Brin, impulsor del proyecto, tras conocer que heredó una mutación genética de su madre por la que podría contraer Parkinson, la división de capital riesgo de Google, Johnson & Johnson, MPM capital, NEA, y varios multimillonarios. Es el caso de Yuri Milner que ha invertido en Facebook, Twitter, y Airbnb. Abierta a inversores de todo el mundo, entre los últimos en aportar capital se encuentra Martin Varsavsky, fundador de Jazztel.
Prevención y curación para las enfermedades
que surgen de mutaciones genéticas
El objetivo de 23andMe, que toma el nombre de los 23 pares de cromosomas que componen el genoma de cada individuo, es descubrir la curación para las enfermedades que surgen de mutaciones genéticas problemáticas. La misma Anne Wojcicki, motor y cerebro de la compañía, se confiesa presunta hereditaria de diabetes tipo 2. El precio inicial de las pruebas genéticas ha bajado de 299 a tan sólo 99 dólares. Por esta módica cantidad se adquieren los tubos de ensayo que recogen las muestras de saliva que han de analizarse. La misma saliva que permite a 23andMe detectar mutaciones genéticas que aumentan o disminuyen las probabilidades de contraer una enfermedad también revela una gran cantidad de datos acerca de sus raíces genealógicas.
“El negocio no es hacer dinero vendiendo kits, aunque los equipos son esenciales para obtener los datos de nivel básico”, subraya Patrick Chung, consejero de la compañía y socio de la firma de capital de riesgo NEA. “Obtener datos genéticos a gran escala es probable que sea un bien muy valioso para las farmacéuticas, hospitales, e incluso gobiernos. Aquí es donde está el potencial de crecimiento real”, reconoce. El objetivo no es otro que elaborar bases de datos que ayuden a las compañías farmacéuticas a encontrar nuevas dianas terapéuticas para garantizar una vida larga y saludable. La emprendedora Anne Wojcicki pretende contar con un millón de clientes a finales de año, tras el ‘efecto Jolie’ que provocó una avalancha de pedidos. En pocos meses la compañía ha registrado 220.000 clientes de pago frente a los 35.000 de 2010.
La fiebre por las pruebas genéticas
no es compartida por todos los médicos
Los especialistas médicos no comparten la urgencia en realizar pruebas genéticas para averiguar si una persona contará con buena o mala salud. La fiebre por realizar test genéticos no es compartida por parte de la sociedad médica. Destacan que hay enfermedades imposibles de prevenir aunque se conozca el gen causante y subrayan la angustia que generan estas prácticas. “La verdad es que encontrar algo que valga la pena para la salud con una de sus pruebas es muy raro. Encontrar algo realmente aterrador es raro también”, explica el Dr. Jim Evans, profesor de medicina y genética de la Universidad de Carolina del Norte.
Ante la euforia de Anne Wojcicki, los expertos advierten que 23andMe puede tener serios problemas para ganarse a los segmentos de la población que instintivamente rechazan la idea de las pruebas genéticas sobre la base de los problemas de privacidad o el miedo a lo desconocido. Para hacer perder el miedo a la población se lanzó una campaña publicitaria millonaria. La compañía trabaja ahora en crear comunidades de pacientes. La razón es puramente mercantilista. Si reúne a miles de pacientes con la enfermedad de Crohn, diabéticos o con enfermedades del corazón, buscará la forma de sacar provecho a las bases de datos a medida que surgen nuevas opciones de tratamiento.
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