El presidente de Sacyr, Manuel Manrique, es uno más de los innumerables directivos españoles que se hacen millonarios dirigiendo una empresa con accionistas minoritarios a pesar de conducirla al abismo, sin que incomprensiblemente el comité de retribución detenga el abuso.
En los tres últimos ejercicios concluidos, 2014–15–16, Manrique se ha embolsado 9,92 millones de euros, de manera creciente, 2,76 millones en 2014, 2,8 millones en 2015 y la traca final de 4,36 millones el pasado año, bastante más que la suma de lo cobrado por la decena de directivos de Alta Dirección de la compañía. Durante este tiempo transcurrido, la acción de la empresa constructora, concesionaria y de servicios, se despeñó en Bolsa, pasando su cotización de 3,76 a 2,22 euros, lo que supone un descenso del 42%. La última ampliación de capital de la empresa, realizada en abril de 2014, la hizo a 4,58 euros por acción.
A pesar del desastre en el que está sumido la compañía, que en estos tres ejercicios perdió 648 millones de euros en sus actividades continuadas, el consejo aprobó hace un año premiar al presidente, que al parecer pilota la nave con gran pericia y acierto, con un millón de euros “por el logro singular consistente en la contribución a la mejora y refuerzo del balance y ratios financieros del Grupo resultante de la operación de venta de la filial Testa Inmuebles en Renta”, según se ha comunicado en la memoria del pasado ejercicio. Todo un escarnio para el accionista, que está a la espera de conocer más detalles ya que el preceptivo informe de gobierno corporativo no ha sido presentado todavía.
Hay más, Manrique ha acumulado 1,86 millones de euros en un fondo de pensión y tiene blindada su salida a un coste prohibitivo si fuera este año, ya que si es cesado, como mandan los cánones del management, cobraría 2,5 veces la suma del dinero obtenido el año anterior, o sea 11,4 millones de euros, y 1,5 veces la suma del fijo por un pacto de no concurrencia, 2,25 millones de euros más. Además, el presidente tiene a su hijo de consejero dominical en representación del 1,86% del capital que aún posee, según los registros de la CNMV. Manrique, que había adquirido las acciones de Sacyr a crédito, ha sido desposeído de buena parte de éstas por los bancos acreedores. En el ejercicio de 2014 contaba con el 5,34% de la propiedad de la empresa que preside.
No contento con estas mamandurrias, este destructor de valor para el accionista, se ha metido al bolsillo otro millón de euros, esta vez pagado por Repsol, en cuyo consejo se sienta representando a la posición accionarial de Sacy, ya prácticamente nula por unas coberturas de derivados que sí le conceden los derechos políticos. Manrique ha cobrado de Repsol 353.188 euros en cada uno de los tres últimos ejercicios.
El despacho de Matías Cortés ingresa de Sacyr 14 millones en tres años
Si Manrique fuera despedido este año se llevaría no obstante menos dinero que el campeón de España de la destrucción patrimonial del accionista minoritario, que no es otro que Ángel Ron, quien se lleva para el retiro 24 millones de euros, con el beneplácito del Banco de España, la CNMV, la fiscalía y el nuevo equipo directivo. Una cantidad a la que tenía derecho según un artículo de los estatutos del banco (sitio impropio para determinar una pensión) y de la que no se informaba con la claridad debida y exigible en el apartado de remuneración de directivos, que es donde tenía que registrarse.
Es reseñable también la fortuna que está acumulando en Sacyr, la familia del abogado Matías Cortés, el consejero más antiguo de Sacyr, empresa que contrata consultoría legal con la compañía, a través de su despacho y de su hermano, Luis Cortés. En los tres últimos ejercicios, la empresa que preside Manrique ha pagado a los Cortés 13,7 millones de euros, una minuta que para sí quisieran muchos bufetes.