La catástrofe humanitaria originada por la guerra de Siria no tiene precedentes y la necesidad de fondos para paliarla es acuciante. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, hizo ayer un llamamiento a los donantes, Estados y particulares, para obtener 4.630 millones de dólares adicionales a los 3.400 millones que la institución considera que serán necesarios para cubrir este año las necesidades humanitarias de los 13,5 millones de personas viviendo en Siria.
Naciones Unidas y cerca de 250 asociados (organizaciones civiles fundamentalmente) aprovecharon la conferencia celebrada en Helsinki en apoyo de los sirios y países vecinos para lanzar el ‘Regional Refugee and Resilience Plan’ (3RP), para este año y el próximo, con el que se quiere cubrir la ayuda a 4,7 millones de refugiados en Siria en zonas bélicas y otros 4,4 millones que están viviendo de manera extremadamente precaria en campos habilitados en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto.
El sufrimiento de la población de Siria, tras 6 años de guerra, es tremendo y se cifra en cerca de la mitad de la población la que se ha visto forzada a dejar sus hogares, habiendo sido desplazados en muchos casos en varias ocasiones. Alrededor del 70% de los refugiados sirios son mujeres y niños. La mitad de estos no han podido ser escolarizadas y por eso una de las prioridades para este año es conseguir que los jóvenes puedan tener la oportunidad de estudiar con el fin de evitar la pérdida de una generación.
Las otras prioridades son la protección y seguridad de los refugiados, el apoyo vital a los sirios exiliados, y asegurar el acceso a la Sanidad con una mejora de la infraestructura hospitalaria en los países de acogida.
Grandi se ha quejado amargamente de la falta de fondos y desveló que el año pasado se habían conseguido el 60% de la financiación prometida por los donantes. La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, aunque consigue unos porcentajes de ejecución de los fondos diponibles muy altos, del 90%, sufre de déficits endémicos de financiación desde que se inició la guerra en Siria.
El año pasado hubo una cumbre en Londres en febrero, donde convocados por el entonces primer ministro británico, David Cameron y la canciller alemana Angela Merkel, alrededor de 60 países fueron invitados a duplicar la ayuda a los países en guerra y sus vecinos, básicamente a los que soportan el grueso de refugiados, Turquía, Jordania y Líbano. Se prometieron 10.000 millones de dólares, de los cuales 6.000 para el año pasado, pero como ha señalado Filippo Grandi no se ha cumplido o al menos no se ha canalizado hacia las organizaciones de la primera línea, aparte de que en 2015 no se llegaron a captar ni siquiera la mitad de las necesidades, lo que forzó la huida masiva hacia Europa generándose una grave crisis de refugiados.
En la conferencia de Londres, Alemania fue el país que más dinero comprometió, 2.500 millones , seguido de Reino Unido, 1.700 millones, mientras que Estados Unidos y Francia prometieron cerca de 1.000 millones. Merkel se comprometió además a cubrir la mitad de la ayuda alimentaria ya que según dijo era el hambre el factor fundamental de la huida de refugiados hacia Alemania.
Ayudas monetarias a las familias
La Unión Europea, a través de su programa humanitario Echo, lleva tiempo experimentando con la ayuda monetaria a refugiados en Líbano, y también en Turquía se está llevando a cabo. Además de recibir la ayuda para comer y calentarse, los refugiados obtienen una tarjeta en la que se ingresan cada mes algo más de 160 euros, dinero del que pueden disponer libremente. La selección de las familias las hace el Lebanon Cash Consortium, que agrupa a varias ONG. La ayuda monetaria tiene la ventaja de que permite fijar al refugiado, evitando su entrada ilegal a países europeos y de que se genera un tejido económico en los países de acogida en torno a los refugiados.