El escándalo del espionaje masivo de Estados Unidos a las instituciones europeas, la embajada de la UE en Washington y políticos y ciudadanos de la Unión Europea, denunciado por el semanario alemán Der Spiegel, no ha inmutado al Gobierno de Mariano Rajoy, que en contraste con otros europeos, no hizo ayer ninguna declaración sobre el asunto. Tampoco había reaccionado con contundencia tras los denunciados anteriormente por el ex funcionario de la CIA y espía estadounidense, Edward Snowden, quien ha protagonizado también la filtración del semanario alemán.
Este silencio ominoso hace pensar que España ha podido beneficiarse de las actividades de espionaje de la agencia NSA y de las realizadas por Gran Bretaña en la lucha antiterrorista contra ETA y el islamismo violento. El hecho de que el PSOE tampoco haya realizado declaraciones contundentes contra la violación de la intimidad de los ciudadanos y los mandatarios europeos cometida por el gobierno de Obama aumenta esas sospechas.
España juega un papel muy relevante en la lucha contra el terrorismo islámico y en la lucha contra el crimen organizado, al ser puerta de Europa del narcotráfico, del tráfico de armas y la inmigración ilegal. Con el Gobierno de Estados Unidos lleva años cooperando estrechamente en materia policial, habiendo recibido tecnología de Washington.
El Gobierno se ha mostrado favorable al uso intensivo del ciberespionaje para combatir el crimen como se pudo comprobar con el borrador del nuevo Código Procesal Penal que apoyaron el ministro de Justicia, Albero Ruíz Gallardón, y el de Interior, Jorge Fernández Díaz. El citado borrador incluía la posibilidad de que el Fiscal pudiera pedir al juez la instalación de software espía o instrumentos de almacenamiento masivo de datos para investigar delitos.
El injustificable silencio del Gobierno y del PSOE contrasta con las declaraciones realizadas por la ministra de Justicia de Alemania, Sabine Leutheusser-Schnarremberger: “Todo esto supera nuestra imaginación. Recuerda a las acciones entre enemigos de la guerra fría. Nuestros amigos americanos nos consideran como enemigos”.
Alemania está convulsionada después de haber recibido hace unos días como gran estadista a quien ahora se ha convertido en Big Brother Obama frente a la opinión pública. En el mapa mundial de la NSA, Alemania es el único país marcado en naranja, color que denota una particular vigilancia. En diciembre, la agencia de ciberespionaje ha recogido 15 millones de datos telefónicos y 10 millones de correos diariamente. Aproximadamente el control de datos alcanzaba los 500 millones de contactos por día, según la información del semanario.
En París, el secretario del Partido Socialista, Harlem Désir, ha calificado de “inaceptable” el espionaje, y el líder de la izquierda, Jean Luc Mélanchon ha exigido que se abandonen inmediatamente las negociaciones del tratado bilateral de libre comercio, y se concediera asilo político a Snowden.
La ministra de Justicia, Christiane Taubira considera estas acciones si se confirman “un acto de hostilidad incalificable”. En la misma línea se situó el ministro luxemburgués de Exteriores, Jean Asselbron quien dijo que Estados Unidos “haría mejor en vigilar a sus servicios de inteligencia que a sus aliados”. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz habla de “enorme escándalo”.
El Gobierno tiene pendiente de contestar una pregunta parlamentaria de Izquierda Plural en la que se le pregunta si pedirá explicaciones al gobierno de Reino Unido por el espionaje de este país. A raíz de conocerse la semana pasada esta actividad de Londres, el ex ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos declaraba que el asunto “es grave. Si entre aliados nos tenemos que espiar, imagine entre enemigos”.
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