La central nuclear japonesa de Fukushima sigue estando fuera de control en lo que atañe al agua con radiactividad altísima que almacena en miles de tanques y por lo que parece también en el subsuelo.En el día de ayer,Tokyio Electric Power (Tepco), la operadora de la central que sufrió una fusión del núcleo del reactor, lanzando a la atmósfera y al mar radiación altísima, tras los desperfectos ocasionados por un tsunami en 2011, anunció una nueva fuga de agua altamente radiactiva, detectada en un conducto de evacuación, cuyos sensores midieron niveles hasta 70 veces superiores a los ya muy altos que se registran en la sede. Aunque a lo largo del día habían descendido, seguían siendo alarmantes.
El conducto ha sido cerrado y el operador asegura que en la inspección llevada a cabo en los gigantescos tanques que almacenan el agua contaminada a la espera de ser limpiada no se ha encontrado ninguna fuga. Tepco cuenta ya con un millar de tanques y sigue construyendo decenas de ellos todos los meses en una tarea titánica para recoger el agua contaminada.
Informe dramático de la inspección
de la Agencia Internacional, que ha encabezado
el español Juan Carlos Lentijo
El anuncio dela fuga se produce cinco días después de que un equipo de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, encabezado por el ingeniero español, Juan Carlos Lentijo, realizara la tercera inspección de la limpieza de la central japonesa. Lentijo es el director de Tecnología de Residuos y Combustible Nuclear de la AIEA. Aunque el informe definitivo sobre el resultado de la inspección se hará público en marzo, hay uno preliminar que indica claramente el dramatismo de la situación y el problema del agua altamente radiactiva.
Aunque reconoce que Japón ha progresado significativamente desde las dos anteriores visitas (la última en diciembre de 2013), y que la situación de la central ha mejorado con una reducción de la radiación en bastantes lugares de la central, “la situación es muy compleja, con el reto a corto plazo de resolver de manera sostenible la creciente cantidad de agua contaminada”. Se puede pensar así que dejar salir al agua al Pacífico no es una manera sostenible, pero sí una tentación para cualquiera que se ve desbordado por una situación incontrolable a pesar del esfuerzo de la ingeniería nipona.
El esfuerzo nipón para almacenar
el agua contaminada
no ha podido resolver el principal
problema actual de descontaminación
Lentijo y su equipo parecen por el momento más preocupados por el problema del agua, que hay que resolver a corto plazo, que el de remover el combustible gastado, incluyendo el dañado producto de la fusión del núcleo, que “supone un gigantesco reto a largo plazo”. Se supone que el desmantelamiento de los cuatro reactores dañados llevará cerca de 40 años. Aunque Tepco ha conseguido mejorar los sistemas para limpiar el agua contaminada, se sigue acumulando mucha por la filtración de aguas subterráneas radiactivas, lo que impide sacar más agua limpia de la ‘sucia’ que entra, y obliga a almacenarla en tanques, cuya estructura ha sido mejorada. La realidad es que se está expulsando al mar el agua sin la debida limpieza.
El punto 13 del informe de la AIEA da una clara idea de lo que puede estar detrás de las fugas anunciadas ayer. Dice Lentijo y su equipo que habría que reconsiderar todas las opciones para solucionar el problema del agua contaminada en los tanques , “incluyendo la reanudación de las descargas controladas al mar”, para ello aconseja que se realice “una evaluación sobre el impacto radiológico potencial de esta medida sobre la población y el medioambiente….para tener una buena base científica con la que tomar decisiones. Está clara que la toma de decisiones debe comprometer a todos los afectados, emprea, gobierno, ayuntamiento, comunidades,etc.”.
Así estamos en Fukushima, donde ya hay estudios que muestran, aunque digan las autoridades que no pueden achacarse con certeza al accidente nuclear, la aparición de muchos cánceres de tiroides, más de 100, debido con bastante seguridad al Iodo 131 que se irradió tras el accidente. Un componente fácilmente absorbido por la tiroides, preparada como está para recoger el Iodo, materia prima de las hormonas tiroideas. Todavía hay 120.000 habitantes que vivían cerca de la central que permanecen evacuados, de los cuales 45.000 fuera de la provincia.